Módulo 3 – Motivar
al alumnado de español
“El éxito en
el aprendizaje de una lengua extranjera depende menos de materiales, técnicas y
análisis lingüísticos y más de lo que sucede dentro de y entre
las personas en el aula”.
Esta afirmación
de Earl Stevick nos introduce a lo que está a la base de la motivación,
ya que está demostrado científicamente la importancia del componente afectivo
en un aprendizaje efectivo. Lejos de oponerse a la dimensión cognitiva, trabajar el componente afectivo la potencia,
dado que se producen sustancias
neuroquímicas que facilitan la memoria, haciendo el proceso de aprendizaje más
eficaz y duradero.
El punto de partida es considerar al alumno como un
todo constituido de aspectos cognitivos, afectivos y físicos. Su motivación
depende de las evaluaciones que hace de la situación del aprendizaje de la
lengua, según 5 aspectos (Schumann):
ü
Que la tarea
sea novedosa, pero también algo familiar;
ü
Que produzca
agrado;
ü
Que sea
adecuada a sus intereses y a sus objetivos;
ü
Que sea algo
que puede manejar;
ü
Que sea
compatible con su autoimagen y con las normas socio-culturales.
Si consideramos la dimensión ENTRE, el buen profesor
de ELE tiene que trabajar la dinámica de grupo, favoreciendo la creación de una
atmósfera emocionalmente segura y relajada, una interacción efectiva y el
desarrollo del sentimiento de pertenencia. En primer lugar es el docente que
con su actitud positiva y acogedora, con su entusiasmo, crea un a ambiente
afectivo que ayuda al alumno a aprender y a compartir algo de sí con los demás.
El papel del profesor es fundamental porque, a través de sus comportamientos de
confirmación, transmitiendo un sentimiento de confianza, sonriendo y
manteniendo el contacto visual, haciendo caso al alumno, escuchándole, haciendo comentarios constructivos, mostrando
interés a él como persona, fomenta la motivación.
En cambio la dimensión DENTRO DE tiene que ver con la
competencia existencial que incluye actitudes, motivaciones, valores,
creencias, factores de personalidad (como por ejemplo la autoestima). Cada
alumno tiene una imagen de su yo ideal, que incluye el aprender a comunicar
bien en español.
El profesor debe trabajar para reducir la ansiedad,
reforzando el autoconcepto y la autoestima, promoviendo el sentido de
identidad, fomentando el desarrollo de un autoconcepto positivo, demostrando
aceptación del alumno e interés a él como persona, ayudándolo a reconocer sus
fortalezas y sus puntos para desarrollar. Es el momento del feedback. El
alumno tiene derecho en saber por qué la tarea ha ido bien o mal, conocer sus
puntos de fuerza y los débiles, tomar conciencia de lo que funciona y de lo que
no y cómo hacer para que funcione en futuro. Aquí ya estamos en el campo del
metacognitivismo, de la reflexión sobre nuestro proceso de aprendizaje, y
aquí regresamos al por qué estudio y al para qué me sirve.
De esta manera el alumno se sentirá valorado en su
especificidad, dado que lo que se hace en el aula tiene un sentido personal
para él, donde tiene la posibilidad de elegir. El aprendizaje de esta manera es
significativo, tiene que ver con su persona y sus intereses: es motivado a
aprender y hace todo lo posible para alcanzar esa meta.
Una herramienta para fomentar la motivación en los
alumnos nos llega de la teoría de las Inteligencias Múltiples, que nos invita a
tener en cuenta los diferentes tipos de inteligencia y consecuentemente a
diversificar las actividades y a personalizar.
Un elemento más de tener en consideración es la
aptitud lingüística, o sea las habilidades requeridas para comunicar en un
idioma, la habilidad auditiva, la habilidad lingüística y la memoria verbal, en
particular el profesor puede mejorar en su alumnado la memoria verbal y la
habilidad auditiva a través de actividades diseñadas para ese objetivo
(repetir, pero sin aburrir).
Por último, para mantener la motivación es necesario
favorecer una formación integral o, como la llama Sternberg, la inteligencia del logro, o sea el
desarrollo del pensamiento analítico, práctico y sobre todo el creativo, que es
altamente motivador.
Por eso de extrema importancia es la planificación y
la secuenciación de las actividades, para que el alumno pueda afrontarlas con
éxito, ya que este depende de cómo se organizan las tareas, sin olvidar de
involucrar al alumnado.
Claro está que no es suficiente encender la motivación
en el momento en el que se presenta una nueva actividad. Hay que mantener y
renovar esa motivación a lo largo de un curso o de años. Un recurso para
favorecer la dinámica grupal y consecuentemente la motivación en los alumnos es
sin duda el aprendizaje cooperativo, a través del cual aprenden a trabajar en
manera colaborativa, desarrollando las habilidades sociales y relacionales.
Una vez más se afirma que el papel del profesor es
fundamental. Su objetivo no es llenar cabezas con conocimientos y datos, sino
educar, es decir, formar personas completas bajo cada punto de vista. El
profesor tiene que estar en constante evolución. Debe saber adaptarse a cada
grupo y a sus necesidades. No solo debe conocer las metodologías y las
estrategias de aprendizaje, sino también debe saber adecuarlas a cada exigencia
didáctica.
En conclusión, la
destreza, entusiasmo, personalidad, formación y experiencia del docente sumadas
al método usado para enseñar y a su propia motivación ayudan a que la
motivación intrínseca y extrínseca del alumno encuentren un punto de equilibrio
para construir un aprendizaje significativo de la lengua en el aula y fuera de
ella.
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